El rol del femenino distorsionado.



En un mundo donde todo está al revés,  donde las energías se mueven en función del ego más subjetivo, donde todo se mueve por los deseos e intereses de uno mismo, también la energía femenina está tocada en sus valores como deberían ser.

La mujer tal como el hombre lucha por manejar  las situaciones, por alcanzar ese poder que da lugar a la satisfacción de sus deseos como acto prioritario de su propia existencia. Aquí cada uno no coge su papel esencial de lo que originalmente debería ser  y lo realiza, si no que lucha por tener el papel relevante a coste del otro. Las relaciones no están basadas en complementarse mutuamente para una finalidad conjunta, sino en la lucha por tener el poder de realizar sus deseos por encima de…

Evidentemente cada uno utiliza las armas que posee para ello, en el hombre, por su capacidad de fuerza física superior, la ha utilizado para tomar el poder por la fuerza, por la imposición de sus pensamientos e ideas sometiendo a lo más débil a su antojo, es el reflejo de lo que lleva dentro de sí mismo, es el reflejo del material del que está hecho.

Sin embargo la parte femenina ha utilizado sus artimañas de diferentes formas según los impulsos de su de su esencia igualmente distorsionada, utilizando sus experiencias como guía, ha ido tejiendo artimañas para superar ese hándicap físico.

La energía femenina es muy proclive a la venganza premeditada, a la maquinación estudiada y manipuladora.
No nos equivoquemos al pensar que la energía distorsionada femenina es solo aquella que lucha panza arriba usando la forma más ruidosa, la que grita descontroladamente por impotencia, la que es estridente, esa es la forma más visible, la que no necesita de un buen observador para verla, porque está a la vista.

Aquí donde la violencia es dueña del poder, ha fomentado que el más “débil” desarrolle capacidades igualmente desastrosas para tener el poder. El débil ha buscado en su foro más íntimo la manera de superar su debilidad. Unas han renegado de su feminidad fomentando en sí mismas actitudes masculinas para obtener la sensación de igualdad, de haber superado su fragilidad física y así huir del sometimiento del que han sido víctimas durante toda la existencia.

Pero con ello solo han conseguido llegar a la altura del que somete igualándose en su distorsión, añadiendo más discapacidad al desempeño  su papel femenino.
Otras sin embargo han utilizado su condición femenina de una forma sutil, han utilizado ese papel de aparente fragilidad en el papel de víctima sometida, obediente, la que otorga el poder para no fomentar inconvenientes a su vida que le impidan igualmente conseguir lo que se proponen. Esta es la verdadera manipuladora nata.
La que ha calculado todas las posibilidades para tener lo que pretende sin “mojarse “sin ser visible en sus propósitos.

 Quizás sea la más lista, la que sin aspavientos consigue finalmente sus objetivos.
Sabe perfectamente cuál es el punto débil de su contrincante y los utiliza, consigue a través del papel de víctima, de la pena para ablandar la energía del que somete y genera rotura en su poderío. El que somete al ver al pobre sometido, reconoce su sometimiento y le aplaca sus instintos.
Es aquí donde se invierten los papeles, la sumisa somete al dominante, le da sutilmente la oportunidad al  dominante de liberarse de su sentimiento de culpa a través de “ayudarle”, consolarle, y de proporcionarle lo que necesita.  

Lilith

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