La esencia de lo femenino está presente en todas las cosas
puesto que es gracias a ella como tienen lugar las creaciones en el nivel
humano.
La mujer es por supremacía el elemento primordial de una
creación; es quién la mantiene a flote y, a la vez, quién puede mantenerla en
equilibrio.
Equilibrio es la palabra clave porque cuando la fuerza de lo
femenino se desajusta, es cuando todo lo demás también lo hace.
Ese ha sido el motivo esencial acontecido desde que un
creador en sus inicios erró en su propia creación y, tal consecuencia ocasionó
todos los males mayores que se originaron a raíz de este acontecimiento.
Incluso el mal, como tal elemento desestabilizador, en un
mundo cuya naturaleza es dual, entra con plena potestad y se instala, crece y
se desarrolla ocupando el lugar de lo que sería la plena esencia
correspondiente natural.
A decir verdad, el mal ocupa el lugar esencia de una energía
creadora que por naturaleza es la que ha de dar forma y configurar todo lo que
ya existe creado.
En el eslabón intermedio entre la esencia creadora en su más
pura esencia “Dios”, si queremos llamarle de esa manera, tal y como aquí lo
tenemos conceptuado y los planos más inferiores de creación.
Dando forma y ocupando así el lugar que le corresponde. La
cuestión más singular de todo es que al quedarse inhabilitada tal esencia, y no
solo eso sino que fuera sustituida y ocupó su lugar la dualidad manifiesta de
lo que sería lo contrario (ese mal) al que hemos hecho alusión. Es cuando para
sobrevivir a lo que se ve sometida tal esencia se debe de colocar o procede a
crear lo que vendría a ser lo mismo dentro de estas estructuras totalmente
desacordes a lo que serían su expresión natural y, el resultado de su verdadera
y natural esencia.
Por una parte se produce un efecto de lo más natural. En
primera instancia la esencia original y natural de lo femenino quedará
retraída, postergada, inhabilitada, fuera de juego, sin efectos e inutilizada,
no operativa.
Su conexión a todos los niveles desaparece y se quedará
relegada a los efectos de lo que había tomado su lugar.
Así es que en un mundo en tales condiciones no se habrá
manifestado jamás en lo que es su verdadera forma auténtica y original.
En su expresión más pura, siendo todo lo que vemos una
inversión y una posesión de esa misma esencia en su forma dual, invertida y
errónea.
Así que una vez que se han recuperado en los plenos orígenes
de lo que debían de ser las expresiones esenciales de las energías creadoras
que en pleno equilibrio de ambas naturalezas ejercieran la expresión y el
desarrollo de un mundo de naturaleza evolutiva para dar forma y poner en su
lugar a todos los elementos necesarios para tal fin, se da la circunstancia que
ahora es la recuperación de lo que debieran de ser estas esencias originales
que habrá de tener lugar.
En cuanto a todo lo concerniente a lo masculino le
corresponderá tal función a la parte esencial de la que deriva por haberse
quedado en su funcionalidad la representación y correspondencia también anulada
e interrumpida.
Así el eslabón más alto otorgará de nuevo su semilla para
que el restablecimiento de los mundos de creación humanos puedan recuperar sus
procesos y el creador correspondiente su estatus original inicial fuera de todo
lo acontecido.
Ahora bien a la esencia femenina, al ser un derivado de toda
la parte que le corresponde al espíritu en acción será esa la parte
correspondiente que asumirá dichas funciones pertinentes a ello.
Y así en el plano último de lo físico se puedan restaurar lo
que en su momento hubieran sido las dos esencias originales creadoras para tal
fin.
Expresar en los mundos de formación la esencia divina del
creador.
Ahora que hemos tenido ya todo lo que de antemano ha sido
necesario restaurar, nos encontraremos de pleno derecho en que la misma esencia
de la naturaleza de lo femenino que debía de tomar forma, pueda hacerlo.
Y ese es el momento en el que ahora nos encontramos.
Quedando a la vista todas y cada un de las acciones necesarias para que se
pueda llevar a cabo dicha expresión.
Se recupera la expresión de dicha esencia por quien le
corresponde, lo que ocurrirá en estos casos es que, al estar en su proceso
invertido en su forma de expresión incorrecta dicha naturaleza no se podrá
experimentar y subsanar tal error de expresión y lo que es más, llevar a cabo
la emanación de tal energía si lo que la contiene no tiene un canal libre de
todo lo que ha ido mal formando en sí misma.
Se procederá a liberar a todas y cada una de las expresiones
invertidas y no correspondientes de ella. Pero ahora bien, en un mundo donde lo
invertido e incorrecto campa por doquier y es la expresión de una creación a la
que se le ha dado esa forma. La esencia natural original de lo femenino no
tendrá posibilidades de medrar porque se encontrará enfrentada continuamente a
la misma esencia invertida que ha ocupado su lugar.
Aquí tenemos de nuevo un conflicto a resolver puesto que la
fuerza de emanación y de potestad de lo existente ya creado “no quiere”
desaparecer, ni quiere perder su lugar, ni su estatus y será una piedra de
toque que dará afrenta a la esencia y energía expresada desde lo natural.
Es muy importante reconocer tal movimiento puesto que de
otro modo debido a la expresión sútil natural de la esencia femenina original,
si esto no se identifica, es como si lo que tienen en el plano físico una
fragilidad natural se viera roto en mil pedazos por efectos de la fuerza bruta
que se le opone y le “ataca” por la misma naturaleza en oposición natural
energética.
Ahora bien, tengamos en cuenta que ambas expresiones de la
misma energía no deben de entrar en lid, en enfrentamiento ni en lucha alguna,
puesto que la esencia natural rompería de nuevo su forma esencial de expresión
si lo hiciera, convirtiéndose de nuevo en una distorsión de sí misma.
Aquí ya tenemos servida una de las cuestiones que deberemos
reconsiderar muy seriamente para encontrar una salida vehemente a una energía
cuya expresión natural no es a través de la fuerza, puesto que de estar en
plena facultad de sus potestades y pudiéndose emanar como sería conveniente, lo
natural es que en esa expresión de sutilidad residiera su misma fuerza de lo
que es.
Y así podemos entender como se perciben algunas de las
cualidades inherentes a esa expresividad femenina en su forma natural esencial
como puedan ser la ternura, el amor de una madre hacía su progenie, la
delicadeza y la armonía, el orden de lo que es en toda su magnitud expresándose
y tomando forma desde lo que fue creado para ser y preservar la vida.
Ese punto ahora es muy importante tenerlo en cuenta puesto
que si no se recuperan adecuadamente las manifestaciones esenciales de esta
esencia a través de quien le corresponde se corre el peligro de que no pueda
subsanarse adecuadamente toda la expresión al nivel físico que se debería de
tener.
El asunto al que hacemos referencia es muy delicado en sí
mismo y difícil de entrever puesto que como con otras cuestiones quedará tapado
y anulado por la parte que ya existe y que no tiene ningún interés en perder su
lugar ya que el hecho de que la esencia femenina empiece a tener su propia
expresividad será cuando tomará el relevo y dejará a su ocupante fuera de lugar
en este mundo.
Se sentará el precedente una vez dicha energía comience a
explayarse y se emane a sí misma desde la forma que ha de ser su
correspondencia natural en el nivel físico.
La dificultad añadida que le supone el tener que llevar el
peso de su opuesto todavía en desigualdad por los efectos que han convertido a
la energía masculina en lo que es. No deja mucho margen de maniobra. La
cuestión aquí ahora es que la mujer tenga la plena consciencia de que ahora le
corresponde ocupar su lugar natural en el papel de creadora y eje de toda la
creación a nivel humano, lo que para las civilizaciones venideras supone la
posibilidad de empezar a moverse tal como corresponde con lo que ello supone en
el proceso creativo natural esencial los
frutos que se dé de ello.
Martes 28 de Enero del 2014
Del momento presente y las cuestiones pertinentes a ello.
D.E.A.U