La energía femenina está muy, muy triste...
Todo aquello que reconoce acerca de su existencia en un
mundo vacío de contenidos esenciales hasta el momento crea grandes
imposibilidades a su expansión y posible desarrollo.
Debería de ser lo que aconteciera que la energía creadora a
través de su forma de expresión natural pudiera ser manifestada y ello no
supusiera ningún tipo de afrenta para ella misma, ni para ninguna de las
portadoras de la misma, las mujeres en su existencia en forma humana.
Algunas veces, demasiadas, las mujeres evitamos las
evidencias porque duelen y ya llevamos demasiado tiempo de sufrimientos y vejaciones.
De sumisiones y retraimientos o, por
decirlo en lenguaje coloquial, de aceptación de las circunstancias que se le
presentan desde su homologa la energía masculina, para que no haya más de lo
mismo e incluso para evitar sinsabores mayores.
Tal cual una madre protectora y sabia, esconde su dolor a los ojos de su progenie para que de alguna manera pueda evitarlos mayor sufrimiento. Y ella lo sufre en silencio.
Llegado el momento en que la energía femenina ha de obrar con total autonomía y recuperar plenamente su estatus perdido por las causas que ya conocemos en demasía, nos encontramos con que por mucho que haga, siga haciendo y expresando desde lo que ella considera su deber de hacer para que se puedan llevar a termino las funciones que como tal le corresponden y lleva encomendadas, no es suficiente.
La oposición de lo existente es demasiado pesada como tener la capacidad de mover lo que hay de un plumazo. Ni tan siquiera a golpes de efecto, ni por la fuerza (acción que a base de ser la única posible le ha dejado tan mellada que no sabe si llegará a recuperarse nunca de ello) se obran algunos cambios, es cierto, a raíz de tales empujones y pulsos…
se obtienen algunos resultados, sinceramente tan efímeros que lo esencial, lo que debería de expresarse de otra forma tan solo lo hace momentáneamente. Es el efecto de la reprimenda lo que le hace bajar la cabeza, mantenerla gacha y tan solo levantando los ojos en un momento de lucidez que ese oponente de tanto tiempo reconoce su sumisión.
Pero eso es un relámpago tan solo, un fulgor inmediato y que
por desgracia no tiene su permanencia en el tiempo. Es demasiada la costumbre,
la prepotencia más absoluta de una forma de hacer que pretende creer que es una
cuestión de niveles superiores o inferiores. Cuando de lo que se trata es de
reconocimientos y de igualdades. Del más puro equilibrio natural entre lo que
es una energía y lo que es la otra. Para que puedan interactuar libremente y
sin enfrentamientos.
Es ciertamente un paso de gigante lo que ha de suponer ese
cambio para el hombre porque es un cambio completo de lo que el siente que es y
que ello no le suponga perdida alguna de su dignidad ni de nada de lo que
siempre le ha hecho sentirse identificado.
Es sin duda un asunto complicado puesto que al perder,
realmente gana, pero entender que dejar significa obtener no es tan sencillo. O
que al restar sencillamente suma en si mismo y a través del otro.La energía femenina de la mujer se repliega sobres misma al
sentir lo mismo de siempre y al notar ese enfrentamiento invisible que le
ahoga. Nota como si le apretujaran las entrañas y su plexo solar se encoje y se
retuerce afectándole en todo su ser.
Cuando debería de ser fluido el proceso, natural y ligero de
llevar.
Una vez que se han resuelto asuntos mucho más complicados, nos
encontramos que algo tan simple como la fluidez sencilla y natural de dos
energías no tiene su cauce establecido y que por la misma naturaleza cuando más
se expresa en su sentido más amplio la energía femenina más se le enfrenta la
masculina. Tan solo por el miedo a perderse a sí mismo, en lo que es y en lo
que siempre ha sido. No es fácil ver todo esto y seguir adelante… Pero si que se
ha de reconocer que es grande el sentimiento de perdida y de tristeza que todo ello
genera, como decía al principio se pone tan en evidencia que a una se le viene
de nuevo el plantearse si realmente tiene algo que hacer por aquí visto como están las cosas.
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